Sobre la violencia de género y la discriminación

Históricamente, la violencia basada en género no fue reconocida, sino que se normalizaba mediante términos como “malos tratos” o “crímenes pasionales”, ambos arraigados en estereotipos y creencias que sostienen la dominación del hombre heterosexual y justifican así el maltrato a las mujeres y personas queer. La “violencia hacia la mujer” fue delimitada por primera vez en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) en 1979 como “cualquier distinción, exclusión o restricción hecha en base (sic) al sexo, que tenga el efecto o propósito de disminuir o nulificar el reconocimiento, goce y ejercicio por parte de las mujeres, independientemente de su estado civil, sobre la base de igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural, civil o en cualquier otra esfera” (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1979, artículo1).

En 1994, el término “violencia de género” o “basada en género” se integró a la reflexión en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará). Esta subrayó un tipo de violencia específica que se basa en la diferencia sexual y los roles diferenciados de género. Se entiende como “cualquier acción o conducta basada en su género que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer tanto en el ámbito público como en el privado” (1994, párr. 7).

La violencia basada en género es el resultado de leyes antiguas, prácticas sociales aprobadas y la inacción e indiferencia estatal y social (Sagot, 2008); ya que a través de estos mecanismos se ha perpetuado la subordinación de mujeres y personas LGBTI+.  En esa medida, la violencia de género es el resultado de factores personales, contextuales, relacionales y sociales que estructuran un sistema de dominación. Lo importante de reconocer este concepto es que permite concebir sobre las formas cómo construimos relaciones sociales y a nosotros mismos para comprender problemas asociados como la violencia intrafamiliar, violencia sexual, la discriminación basada en la identidad, el matoneo, entre otras.

Existen distintos tipos de violencia de género (Sagot, 2008):

  1. Violencia física: consiste en hacer daño (o intentarlo) a otra persona mediante golpes, patadas u otras formas de maltrato físico. Pero también puede manifestar como otras maneras de abuso como el forzar a alguien a consumir algún tipo de sustancia, negarle a una persona un servicio con base en su género o sexualidad.
  2. Violencia sexual: consiste en obligar a una persona a participar de cualquier tipo de acto sexual sin su consentimiento. Esto incluye actos como el acoso, la violación, la violación correctiva y la normalización de la misma.
  3. Violencia psicológica: consiste en provocar miedo o aislar a la persona de su entorno mediante la intimidación, la amenaza o la invalidación. También puede manifestarse como una forma de violencia emocional que socava la autoestima de una persona, la deslegitima e infravalora mediante formas de abuso verbal, comentarios hirientes y/o críticas desproporcionadas.
  4. Violencia económica: se refiere a la dominación que una persona ejerce para conseguir la dependencia financiera de otra y, así, obtener control sobre sus recursos económicos, prohibirle trabajar o educarse.
  5. Violencia simbólica: según Pierre Bourdieu (1998), esta se ejerce a través de mecanismos simbólicos como la comunicación, el desconocimiento, reconocimiento (o falta de) y del sentimiento. Es una forma de sometimiento de las personas mediante el proceso de socialización, que naturaliza las relaciones de poder y normaliza asimetría basadas en género.
  6. Violencia por prejuicio: se caracteriza como una forma de hostilidad o predisposición adversa hacia lo percibido como “diferente”. La lgbtifobia responde a este tipo de violencia desde lo cognitivo, lo afectivo y lo conductual. Así se expresa como acciones de exclusión, discriminación y hostigamiento hacia una persona por su diferencia.

En los ámbitos de aprendizaje, la violencia emerge como un círculo vicioso que naturaliza estos actos y relaciones de discriminación y odio. La importancia de distinguir este término es que estas violencias tienden a justificarse y legitimarse desde las mismas estructuras institucionales. Por ejemplo, autoridades escolares que se niegan a reconocer un incidente de discriminación, docentes que se rehúsan a identificar a un estudiante con una identidad de género diversa, e, incluso, padres de familia la inclusión de contenidos sobre diversidad en un currículo o de un estudiante LGBTI+ en una clase. Los casos son numerosos.

  • Ministerio de Educación de Colombia, Fondo de Población de Naciones Unidas. (2016). Ambientes escolares libres de discriminación. Ministerio de Educación de Colombia. http://www.semcucuta.gov.co/wp-content/uploads/2015/09/CARTILLA-MEN-AMBIENTES-ESCOLARES-LIBRES-DE-DISCRIMINACION.pdf
  • Sagot, M. (2008). Los límites de las reformas: violencia contra las mujeres y políticas públicas en América Latina. Revista de Ciencias Sociales, 6(120). pp. 35-48.

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