Desde su formulación en los años 90, la Teoría Queer tuvo un preocupación por el ámbito educativo. En su ensayo, Is there a Queer Pedagogy? Or, stop reading straight, Deborah Britzman (1995), se pregunta sobre la posibilidad de pensar una pedagogía en el contexto de la pandemia del VIH/SIDA y señala que lo queer ofrece una posibilidad para pensar el deseo y la diferencia como fundamentos de lo político, lo educativo y el cuerpo. Imagina estrategias para repensar la pedagogía y la construcción del conocimiento; piensa la construcción de identidades dentro de una reforma curricular para ayudar a lxs estudiantxs a encontrar nuevos modos de socializar. Este enfoque formula estrategias y prácticas de cambio de comportamientos, brinda información a las personas LGBTI+ e introduce representaciones queer en el currículo como remedio contra la hostilidad hacia la diferencia y la baja autoestima de quienes no encontraron referentes con los cuales identificarse.
William Pinar (1998) denunció las estructuras conservadoras, heterosexistas, homofóbicas y transfóbicas del campo educativo. Los trabajos de los pedagogos queer de los años 90 e inicios de los 2000 sentaron las bases sobre problemáticas fundamentales como la necesidad de superar las nociones patologizantes sobre la homosexualidad y transexualidad para abordarlas en los espacios de enseñanza como construcciones sociales que precisan ser visibilizadas. Tambien llevaron reivindicaciones de la Teoría Queer a la educación como la demanda de representación en el aula y los currículos. Estos puntos aún están en disputa, puesto que lxs educadorxs, las representaciones y los contenidos queer siguen invisibles en los entornos escolares.
Más allá de la inclusión, el enfoque queer trata la cuestión de la representación y el método. Cuestiona las relaciones estudiante-temática-educador y propone una reflexión crítica sobre las maneras de aprender y relacionarse. Pinar (1998) argumenta que “queer” debería fungir como un término paraguas para entender al currículum como un conjunto de relaciones que introducen a la identidad y la sexualidad en la producción del conocimiento para pensarlas como una forma de relación social. Un buen ejemplo de esto es la formación en “civismo y ciudadanía”. Estas materias respondieron al proyecto moderno de nación y procuraron generar cohesión social.
Pensar en una pedagogía queer es pensar en una didáctica de intercambio y transformaciones culturales. Replantea las formas de relacionamiento dentro de los procesos educativos, donde las identidades no delimitan los contenidos ni las interacciones entre educadores y aprendices.
- Britzman, D. (1995). Is there a queer pedagogy? Or stop reading straight. Educational Theory, 45(2), 151-165. doi: 10.3200/TCHS.77.5.190-195
- Luhman, S. (2012). Queering/Querying Pedagogy? Or, pedagogy is a pretty queer thing. En W. Pinar, Queer Theory in Education (pp. 120-132). Louisiana State University.
- Pinar, W. (1998). Queer Theory in Education. Routledge.
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