Leer: una herramienta para la socialización

Según Jesús Martín Barbero (1990), la Comunicación es transversal a todos los aspectos de la vida porque se está presente en todos nuestros actos. Media en la formación de lo cultural, lo político, lo social y lo identitario.  Las prácticas comunicativas son “acciones vinculadas no solo por entendimientos explícitos, sino también por reglas comunes y el compartir referencias comunes de ciertos fines, proyectos y creencias” (Couldry, 2004, p. 121). Son significativas porque en el intercambio de experiencias (sea cual sea el medio) ocurre un doble juego entre la expresión de unx y la interpretación de otrx.

Roger Chartier: “Se debe de escribir siempre”

La lectura es una práctica comunicativa de la que se desprenden formas diversas de expresión mediadas por los textos. El sentido social de la lectura nace de los intercambios cotidianos en distintas instancias y la convierten en una herramienta de socialización.  Bibliotecas, clubes, foros virtuales, salones de clase, plataformas digitales, blogs o algo tan sencillo como una conversación entre amigxs.

La lectura compartida fue la forma dominante hasta hace menos de dos siglos y, por eso, son muchas las maneras que hemos encontrado para socializarla y socializar a través de ella (Chartier, 1992). Es un recurso para la comunicación porque a partir de ella encontramos elementos de afinidad, intereses comunes, formas de relacionarnos que quizás no se habrían dado de otra manera. Lo que se busca comprender en la formación de los espacios de lectura es estimular la creación de vínculos interpersonales, construir un sentido de comunidad y afianzar lugares seguros para construir la propia identidad desde la diferencia.  

La comunicación que se genera a partir de estas lecturas sirve como pretexto para otras formas de interacción y la formación de comunidades. En el caso de las poblaciones LGBTI+, la lectura es un ejercicio de mediación comunitaria con el potencial para expandir horizontes de socialización y referentes culturales y, así, ampliar la noción de grupos de pertenencia. “La lectura permite romper el aislamiento porque facilita el acceso a espacios más amplios cuando no se encierra uno ante el espejo del diario local” (Petit, 2021, p. 100). Es una práctica de mediación sobre formas de socialización y comunicación que superan las barreras del espacio y las diferencias.  Pero, además, permite a las personas queer romper la imposición de representaciones y la censura.

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