¿Qué entendemos por perspectiva de género?
La perspectiva de género tiene como base la Teoría de Género y corrientes feministas de pensamiento. Es una perspectiva científica-histórica-crítica que permite analizar las distintas caras de las relaciones sociales entre los géneros. Nos plantea que muchos de los conflictos institucionales y cotidianos derivan de la distinción entre masculino y femenino. Esto, a su vez, incide en la capacidad de acción de las personas para enfrentar sus entornos, sus condiciones simbólicas y materiales, y sus relaciones. Reconoce que las diferencias y semejanzas entre géneros que no son naturales, sino sociales y culturales (Solís Sabanero, 2016).
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Pensar desde una perspectiva de género significa mirar a la realidad para identificar cómo las distinciones entre hombres, mujeres y personas no binarias propician conflictos, generan relaciones de dominación y condiciones inequitativas de vida. También reconocer otras formas de subjetividad y acción, de identidades que no se acomodan en el par masculino-femenino y no tienen por qué hacerlo. Esta perspectiva reivindica la capacidad de acción con que contamoss para enfrentar las dificultades de la vida y nuestros propósitos. “Esta perspectiva analiza las posibilidades vitales (…) el sentido de sus vidas, sus expectativas y oportunidades, las complejas y diversas relaciones” (Lagarde, 1996).
¿Cómo nos ayuda la perspectiva de género en el ámbito educativo?
Aplicar esta perspectiva al ámbito educativo supone reconocer que las instituciones educativas son un agente de socialización, es decir, dan forma a la manera cómo construimos nuestras relaciones, identidades e interacciones. Por ende, lograr la equidad de género no sólo implica incorporar a las mujeres y personas queer en los distintos niveles educativos, sino erradicar las formas de sexismo, homofobia, transfobia y estereotipación en los entornos de aprendizaje y los procesos de formación. Significa incorporar la diferencia sexual y la diversidad sexogenérica como un principio pedagógico desde procesos de resignificación simbólica; promover y crear estrategias que respondan a las distintas realidades y contextos (Solís Sabanero, 2016; Creel, 1999).
Adoptar una perspectiva de género en el aprendizaje conlleva transformar nuestros patrones éticos y valorativos, adquirir nuevas competencias sensibles al género y transversalizar este enfoque en el currículo o las actividades de enseñanza. Además, cambiar nuestra conducta y formas de relacionarnos para crear espacios seguros de convivencia (Buquet Corleto, 2011; Caballero Álvarez, 2011). En definitiva, implica asumir un posicionamiento científico y político explícito no sólo en contenidos de clase, sino en todas nuestras prácticas pedagógicas e interacciones cotidianas.
Es importante recalcar que es un campo de estudio sumamente amplio, que incluye múltiples temas, enfoques teóricos y problemáticas como: 1) violencias basadas en el género; 2) acceso a la educación; 3) perspectivas histórico-sociales feministas; 4) equidad y justicia social en la educación; 5) cambios institucionales y políticas educativas; 6) formación integral y reflexión crítica; 7) protocolos para erradicar la discriminación y la creación de espacios seguros; 8) relectura de discursos y contenidos académicos; 9) sensibilización de actores (padres de familia, docentes, autoridades, estudiantes); 10) visibilización y representación de grupos LGBTI+; 11) diseño y reforma curricular; 12) diseño de herramientas y estrategias pedagógicas; y 13) Teoría Queer e interseccionalidad.
En las siguientes secciones, encontrarás material complementario que te permitirá entender mejor algunos aspectos esenciales sobre la perspectiva de género. O, si prefieres, descarga el folleto completo en PDF.
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