
La palabra homosexual se usa para referirse a personas que se sienten atraídas física y/o emocionalmente por personas de su mismo sexo biológico. Karl María Kertbeny acuñó este término a mediados del siglo XIX para alejarse de la palabra peyorativa “sodomita”, que era la más habitual hasta entonces. “Gay” no se usó para referirse a personas homosexuales hasta mediados del siglo XX y primero como una connotación peyorativa. Fueron los movimientos de liberación de las décadas de los 70 quienes reapropiaron la palabra para reivindicar derechos.
Aunque la homosexualidad es una orientación sexual, se ha convertido en signo identitario como mecanismo para hacer frente a los discursos de odio.
Algunas identidades homosexuales incluyen a lesbianas (mujeres que sienten atracción física y/o emocional hacia otra mujer) y gays (hombres que se sienten atracción hacia otros hombres). Otras personas como las bisexuales (atracción por ambos sexos) o pansexuales (para quienes el sexo biológico y el género no son un factor determinante de su deseo) suelen colocarse también en el espectro de la diferencia sexual debido a que sus prácticas escapan de las restricciones de las normas heterosexuales.